Los sueños rotos

Hace unos meses encontré un viejo cuaderno. Echando un vistazo a sus hojas, reparé en una lista de propósitos que había escrito tiempo atrás. Era el verano del 2004. Ese año había terminado el instituto, realizado la selectividad y me disponía a empezar una nueva etapa en la universidad. Veía toda mi vida delante de mis ojos, tenía tantos sueños por cumplir, ¡¡lo malo había quedado atrás!!, a partir de entonces todo lo que vendría sería mejor. Tenía tal ilusión por empezar una nueva etapa, tal sensación de poder hacer casi todo lo que quisiera, que escribí aquella lista a modo de "guión" sobre cómo me veía a mí mismo en el futuro, qué quería conseguir y quién quería llegar a ser.

De aquellos 10 o 12 propósitos, claros y concisos, 8 años después creo que no he cumplido ninguno, tal vez alguno parcialmente. La conclusión a todo aquello que yo soñaba y que expresé en aquella ingenua lista de propósitos es la siguiente: no soy quién soñé ser, no tengo nada de lo que soñé tener, y mi vida no es ni remotamente como soñé que sería. Pero lo peor de todo no es el hecho de no haberlos cumplido, lo que más hiere es ver que aquellos sueños ya no significan nada, que se han diluido en el tiempo, y que además, ya no tienes ilusión o esperanza de llegar cumplirlos algún día.

eso me recuerda un mail que recibí hace poco de una amiga de la adolescencia, en el que celebraba haber cumplido sus sueños y haber madurado, haberse convertido en adulta, tener una casa excelentemente decorada, un trabajo con el que había soñado muchos años y por el que también había luchado mucho.

También era dichosa por compartir con algunas de las de aquel grupo aquel mundo encantador de casas decoradas con muy buen gusto, y hasta con niños. Celebrando una felicidad hasta entonces desconocida.

Me han entrado ganas de conseguir un libro del que hace poco leí una pequeña reseña, titulado " Oblomov, el joven tumbado"

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/07/actualidad/1331120301_775574.html

fobicaoriginal escribió:eso me recuerda un mail que recibí hace poco de una amiga de la adolescencia, en el que celebraba haber cumplido sus sueños y haber madurado, haberse convertido en adulta, tener una casa excelentemente decorada, un trabajo con el que había soñado muchos años y por el que también había luchado mucho.

También era dichosa por compartir con algunas de las de aquel grupo aquel mundo encantador de casas decoradas con muy buen gusto, y hasta con niños. Celebrando una felicidad hasta entonces desconocida.

Ufff dicho así suena demoledor, sí. Pero, hablo por mí, quizás el reducir al absurdo todos esos "sueños" y esas "vidas perfectas", sólo sea una manera de autoconsolarse por no haber conseguido uno lo mismo. En mi fuero más interno también me gustaría ser adulto, maduro, dueño de mí mismo, tener una casa estupenda, un trabajo ideal, una posición fantástica en la sociedad, etc......

fobicaoriginal escribió:http://cultura.elpais.com/cultura/2012/03/07/actualidad/1331120301_775574.html

Buenísimo, yo también quiero ese libro. Precisamente el otro día en la Alameda junto con una compañera hacíamos una especie de alegato a favor de vivir en el ostracismo y la indolencia... ciertamente es una manera de sobrellevar la frustración.

Lo cierto es que los sueños van perdiendo casi todo su valor conforme pasa el tiempo y no se van "cumpliendo". Como dice el tal Bonezzi: "en realidad no importa ya" (me ha llegado la canción, sí, ja ja).

Un buen día, el vacío que dejan los sueños no-conquistados lo llenarán las pequeñas cosas por conquistar.

Para eso, habrá que dejar a la ira en su rincón, a la amargura en su rincón, a la culpa y al remordimiento.

Es condición sine qua non abrir los ojos y mirar hacia delante. Y caminar.